Dios sana, créalo
La enfermedad, especialmente aquella grave, pone siempre en crisis la existencia humana y trae consigo interrogantes que excavan en lo íntimo. El primer momento a veces puede ser de rebelión: ¿Por qué me ha sucedido justo a mí? Se puede entrar en desesperación, pensar que todo está perdido y que ya nada tiene sentido.

Mas yo haré venir sanidad para ti, y sanaré tus heridas. Yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad.
La fe o la incredulidad que rigen nuestra vida pueden afectar a nuestra salud. Herbert Benson, médico de la Universidad de Harvard, en su libro "Curados por la Fe", dice que existen múltiples evidencias sobre los beneficios de las creencias en el mantenimiento de la buena salud y la remisión de enfermedades. Las manifestaciones de esperanza que la mayoría de veces promulgan las doctrinas religiosas, proporcionan a los creyentes unas sensaciones que, de una u otra forma, alivian la carga de las enfermedades .
Los principios y las experiencias definen la vida de todos los seres humanos, refiere el autor una y otra vez. "El progreso y la recuperación de mis pacientes parecían depender de su espíritu y de su deseo de vivir; y no podía deshacerme de la certeza de que en la mente humana, y las creencias que habitualmente asociamos al alma, tenían manifestaciones físicas". Es indudable el poder que tienen las creencias y a la fé en los momentos de enfermedad y de necesidad.
Desde el punto de vista psicológico las creencias son alternativas válidas que redundan en tranquilidad y actitudes positivas, que mejoran el estado de ánimo y la producción de sustancias internas en el organismo que ayudan en los procesos de recuperación y restablecimiento de las condiciones óptimas de salud.
Entonces Abraham oró a Dios; y Dios sanó a Abimelec y a su mujer, y a sus siervas, y tuvieron hijos.
Valeri Slezin, jefe del Laboratorio de Neuropsicofisiología del Instituto de Investigación y Desarrollo Psiconeurológico Bekhterev de San Petersburgo ha descubierto en sus investigaciones que la oración es un poderoso remedio. En el laboratorio de Bekhterev se llevaron a cabo experimentos únicos en psicofisiología por el Prof. Valery Slezin midiendo el cerebro mientras las personas oran.
El Profesor Slezin hizo algo increíble; midió la fuerza de la oración. Grabó electroencefalogramas de los monjes rezando y pudo ver el fenómeno inusual de la completa "desconexión" de su corteza cerebral. En esta condición, la corteza cerebral está desconectada y la percepción de la información de la persona está pasando por alto los procesos de pensamiento y análisis. Estos procesos neurofisiológicos son los mismos independientemente de lo que la oración sea hecha por gente ortodoxa, católica o musulmana.
Durante una oración las preocupaciones se mueven a un segundo plano o incluso desaparecen en absoluto. Durante la oración se rompen las conexiones anormales entre las neuronas, la persona se relaja, deja de pensar acerca de la enfermedad. Y lo más importante se deshace del miedo a la enfermedad. La oración fiel alivia las fobias y con ello aumenta la inmunidad. Sólo hay que creer y orar para estar en buen estado, y hacerlo sinceramente desde el corazón O el efecto terapéutico no tendrá lugar.