Recordar el alma es la clave
La amnesia es el cuadro médico en que hay una total y repentina pérdida de la memoria. No solo la persona no reconoce aquellos que están involucrados en su vida, incluidos los miembros de su familia, sino que ni siquiera recuerda su propia identidad. Desde un punto de vista espiritual, eso es exactamente lo que nos ha ocurrido a todos, con la única diferencia de que no somos conscientes de que nos hemos olvidado por completo de quienes somos.

Desde muy niños aprendemos a rotular y definir a los demás según su creencias, religión, raza, política, riqueza, apariencia, equipo de futbol, etc. Estas erróneas identidades conducen a una falsa consciencia de nosotros. Cuando limitamos la consciencia de nuestro ser a una etiqueta, una creencia o un comportamiento, nos tornamos protectores y defensores de nuestro rótulo.
Sin darnos cuenta convertimos los rótulos en nuestra identidad, que en gran parte dependerá de nuestras creencias sobre donde nos encontremos, quienes seamos, lo que hagamos o lo que tengamos. En el momento en que caemos en la trampa de pensar que somos lo que hacemos, o de dónde venimos, o nuestro estatus social, creamos sentimientos basados en una falsa identidad que a su vez da lugar a la desarmonía de nuestro ser.
Cuando hay desarmonía, hay insatisfacción, incertidumbre, ansiedad, dolor. Este caos proviene de contradicciones internas, enfoques incorrectos, aferramiento a puntos de vista, hábitos coagulados, situaciones inacabadas, frustraciones indigeridas, traumas insuperados y heridas aún abiertas. Este es el resultado del olvido de lo que realmente somos, de aceptar y asumir una identidad equivocada.
Las falsas identificaciones nos zarandean psicológicamente, nos someten a toda suerte de variaciones anímicas, nos perturba. La identidad mal colocada es el gran error que todos cometemos. En verdad, la identidad real, original y eterna del yo no se basa en nuestro cuerpo, nuestras creencias, nuestros actos, nuestro lugar de nacimiento, sino en nuestra esencia cómo almas.
- Tengo un cuerpo, pero no soy mi cuerpo.
- Tengo pensamientos, pero no soy mis pensamientos.
- Tengo sentimientos, pero no soy mis sentimientos.
- Tengo creencias, pero no soy mis creencias.
- Represento muchos papeles, pero no soy mis papeles.
- Soy quien permanece en el centro de todo lo que llega y pasa por mi vida.
- Soy un alma, eterna, e imperecedera, y mi naturaleza original es la paz.